Comentarios al libro de Francisco Herrera Sipriano. Sabás Crispín Galeana Cantú. Esbozo biográfico [Mutualidad Editorial Grafococo, Museo Regional de Guerrero, México, 2009]. La historia de los pueblos y comunidades de la Montaña de Guerrero sigue siendo una asignatura pendiente. Los trabajos académicos sobre la sociedad de la región son pocos y tienen escasa difusión. Las investigaciones, el acervo documental, bibliografía textos o materiales producidos rara vez retorna a los sujetos que participan aportando datos e información. En ocasiones sólo se les otorgan menciones a pie de página y no el justo lugar que merecen los habitantes. Así entonces la historia de los pueblos originarios se mantiene oculta, negada, desdeñada o escrita con visiones que limitan la comprensión en torno a la temporalidad, la historia regional y a los sujetos.
Las autoridades, desde hace décadas, nos han recetado dosis de nacionalismo con una visión impregnada de sacralidad hacia los personajes y héroes nacionales. Se nos ha inducidos a mirarlos de abajo hacia arriba, plantados en monumentos ubicados en plazas públicas, calles, avenidas, en retratos de oficina y edificios públicos con la mirada torva y gestos muy serios. La historia nacional en breves segmentos nos ha sido mostrada en libros escolares llenos de fechas sin explicar las causas de los hechos históricos. Incluso nos la recetan en estampitas de frituras y pan bimbo. También en las series de televisión plenas de parafernalia y exotismo que transforman el verdadero sentido de las gestas y luchas sociales. Se ha construido una historia oficial, repetida en discursos de autoridades, en celebraciones escolares y en voz de políticos de diversos partidos y en el santoral nacional. En la moderna sociedad del espectáculo asistimos, a veces, como espectadores de una historia lineal y acrítica. Actualmente las instituciones pretenden imponer un calendario oficial que condena al olvido y la desmemoria de la revolución mexicana y la independencia. La conmemoración de estas dos fechas históricas pretenden convertirlas en espectáculo televisivo. Los festejos incluyen diversas actividades con “estrellas del momento y artistas de televisión”, mostrando de esta manera una amnesia histórica. Exaltan un nacionalismo espectacular y no una reflexión profunda. La historia nacional no es más que la suma de historias regionales y locales. Por eso, que aparezcan textos en los cuales se rememora a los héroes comunitarios es una manera de otorgar un digno lugar a los hombres y mujeres que han hecho la historia, en particular de la Montaña de Guerrero. Sabás Crispín Galeana Cantú, es un esbozo biográfico, en cual el Mtro. Francisco Herrera, recurriendo a fuentes documentales, indagación en archivo regionales y nacionales, la historia oral y que complementa con algunas fotografías; nos presenta una breve introducción a la vida, personalidad, acciones y motivaciones de un dirigente indígena que se involucró en el proceso de la Revolución Mexicana. Así como Sabás Crispín Galeana, en la Montaña existen otros hombres y mujeres anónimos que participaron en los movimientos revolucionarios de independencia y la revolución mexicana. Destacan, por ejemplo, Juan del Carmen de Xonacatlán que acompañó a Vicente Guerrero; Silverio León y Pascual Claudio que lucharon contra los caciques regionales en la época del Porfiriato; Cruz Dircio en Acatepec y Baraquiel Ríos de Cualác que también se integraron a las filas de la insurrección zapatista en la región; entre otros dirigentes de extracción indígena que participaron en diversas luchas sociales. La historia la hacen los hombres y es una constante lucha por mejorar sus condiciones de vida, de transformar el status en que se encuentran. Así como hubo un sector dirigente en las luchas revolucionarias y es del cual tenemos mayor referencia. También hubo un sector proveniente de las comunidades que estuvo al frente de luchas, batallas y que gracias a ellos se mantuvo la resistencia en la Montaña y en otros lugares. Quienes participaron en la revolución, sea de un bando u otro fueron pueblerinos, gente de las comunidades, dedicados al campo. Los políticos de extracción urbana fueron los dirigentes; pero el grueso de la tropa fue gente humilde, sencilla. Los indígenas Na Savi de Atlamajalcingo del Monte, Alcozauca, entre otros pueblos dieron cobijo, información, víveres, tortillas, armas y respaldaron a Vicente Guererro en su gesta. De manera similar pasó con los maderistas y Emiliano Zapata y hasta las recientes luchas contemporáneas. Es la gente de los pueblos quien acompaña las gestas defendiendo su tierra en contra del poder o el mal gobierno. Aunque también es necesario reconocer que los pueblos indígenas asumieron posturas distintas y se aliaron con determinadas fuerzas revolucionarias o federales dependiendo de sus objetivo, posturas, diputas por tierra o conflictos intercomunitarios. El mérito de Francisco Herrera es sacar del anonimato a un dirigente Me´phaa; un indígena oriundo de Malinaltepec que dirigió a las fuerzas insurrectas y asumió su papel como defensor de su comunidad de origen en la coyuntura histórica de la revolución mexicana. El breve esbozo contribuye a llenar las lagunas y la falta de información sobre los héroes populares de la Montaña. Es una contribución rica sobre un periodo histórico de la región. Nos presenta a un sujeto de carne y hueso. Con responsabilidades y familia. Surgido de un contexto comunitario. Con una posición económica acomodada y prestigio social. Sabás Crispín Galeana asumió el mandato colectivo de la asamblea del pueblo de Malinaltepec para luchar contra los abusos de las autoridades y caciques regionales. Ocupó el cargo de Teniente Coronel con el Maderismo y junto con otros dirigentes y población de varios pueblos estuvo en la toma de Tlapa el 7 de mayo, de 1911. Por su participación es ascendido a Coronel del Maderismo, y jefe de armas de Tlapa. En 1914 es nombrado General de Brigada, del Ejército Libertador del Sur. Aunque por sus acciones lo acusaban de obstaculizar el reparto de tierras y proteger a algunos enemigos carrancistas de la región. También le llamaron algunos el “volteado” por su incorporación al huertismo, el maderismo y zapatismo. Por su actitud ambivalente recibe llamados de atención de Emiliano Zapata y por oponerse al reparto de tierras. Francisco Herrera señala que “Crispín Galeana, y su gente más cercana, no mostraron mucho interés en la cuestión agraria a favor de los campesinos pobres.” Aunque siempre tuvo claro que debía de defender al municipio de origen, Malinaltepec.
Después de una vertiginosa carrera en las armas se rindió en 1918 y recibió el indulto del gobierno carrancista. Crispín Galeana fue maderista, huertista, zapatista y obregonista pero siempre asumió la defensa de su comunidad y municipio. El trabajo de Francisco Herrera nos permite revalorar la historia indígena y da un paso para recobrar la memoria, tomar la palabra y crear nuevas posibilidades de reflexión histórica. Nos sugiere, a los historiadores, asumir la responsabilidad para escribir sobre el pasado revolucionario indígena. Como escribió Milán Kundera, en su libro de La risa y el olvido: “Para liquidar a las naciones, lo primero que se hace es quitarles la memoria. Se destruyen sus libros, su cultura, su historia. Y luego viene alguien y les escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra historia. Entonces la nación comienza lentamente a olvidar lo que es y lo que ha sido. Y el mundo circundante lo olvida aún mucho antes”. Así el texto sobre este héroe de la Montaña de Guerrero es también para recuperar nuestra memoria y reinventar nuestro pasado. [Jaime García Leyva]
Las autoridades, desde hace décadas, nos han recetado dosis de nacionalismo con una visión impregnada de sacralidad hacia los personajes y héroes nacionales. Se nos ha inducidos a mirarlos de abajo hacia arriba, plantados en monumentos ubicados en plazas públicas, calles, avenidas, en retratos de oficina y edificios públicos con la mirada torva y gestos muy serios. La historia nacional en breves segmentos nos ha sido mostrada en libros escolares llenos de fechas sin explicar las causas de los hechos históricos. Incluso nos la recetan en estampitas de frituras y pan bimbo. También en las series de televisión plenas de parafernalia y exotismo que transforman el verdadero sentido de las gestas y luchas sociales. Se ha construido una historia oficial, repetida en discursos de autoridades, en celebraciones escolares y en voz de políticos de diversos partidos y en el santoral nacional. En la moderna sociedad del espectáculo asistimos, a veces, como espectadores de una historia lineal y acrítica. Actualmente las instituciones pretenden imponer un calendario oficial que condena al olvido y la desmemoria de la revolución mexicana y la independencia. La conmemoración de estas dos fechas históricas pretenden convertirlas en espectáculo televisivo. Los festejos incluyen diversas actividades con “estrellas del momento y artistas de televisión”, mostrando de esta manera una amnesia histórica. Exaltan un nacionalismo espectacular y no una reflexión profunda. La historia nacional no es más que la suma de historias regionales y locales. Por eso, que aparezcan textos en los cuales se rememora a los héroes comunitarios es una manera de otorgar un digno lugar a los hombres y mujeres que han hecho la historia, en particular de la Montaña de Guerrero. Sabás Crispín Galeana Cantú, es un esbozo biográfico, en cual el Mtro. Francisco Herrera, recurriendo a fuentes documentales, indagación en archivo regionales y nacionales, la historia oral y que complementa con algunas fotografías; nos presenta una breve introducción a la vida, personalidad, acciones y motivaciones de un dirigente indígena que se involucró en el proceso de la Revolución Mexicana. Así como Sabás Crispín Galeana, en la Montaña existen otros hombres y mujeres anónimos que participaron en los movimientos revolucionarios de independencia y la revolución mexicana. Destacan, por ejemplo, Juan del Carmen de Xonacatlán que acompañó a Vicente Guerrero; Silverio León y Pascual Claudio que lucharon contra los caciques regionales en la época del Porfiriato; Cruz Dircio en Acatepec y Baraquiel Ríos de Cualác que también se integraron a las filas de la insurrección zapatista en la región; entre otros dirigentes de extracción indígena que participaron en diversas luchas sociales. La historia la hacen los hombres y es una constante lucha por mejorar sus condiciones de vida, de transformar el status en que se encuentran. Así como hubo un sector dirigente en las luchas revolucionarias y es del cual tenemos mayor referencia. También hubo un sector proveniente de las comunidades que estuvo al frente de luchas, batallas y que gracias a ellos se mantuvo la resistencia en la Montaña y en otros lugares. Quienes participaron en la revolución, sea de un bando u otro fueron pueblerinos, gente de las comunidades, dedicados al campo. Los políticos de extracción urbana fueron los dirigentes; pero el grueso de la tropa fue gente humilde, sencilla. Los indígenas Na Savi de Atlamajalcingo del Monte, Alcozauca, entre otros pueblos dieron cobijo, información, víveres, tortillas, armas y respaldaron a Vicente Guererro en su gesta. De manera similar pasó con los maderistas y Emiliano Zapata y hasta las recientes luchas contemporáneas. Es la gente de los pueblos quien acompaña las gestas defendiendo su tierra en contra del poder o el mal gobierno. Aunque también es necesario reconocer que los pueblos indígenas asumieron posturas distintas y se aliaron con determinadas fuerzas revolucionarias o federales dependiendo de sus objetivo, posturas, diputas por tierra o conflictos intercomunitarios. El mérito de Francisco Herrera es sacar del anonimato a un dirigente Me´phaa; un indígena oriundo de Malinaltepec que dirigió a las fuerzas insurrectas y asumió su papel como defensor de su comunidad de origen en la coyuntura histórica de la revolución mexicana. El breve esbozo contribuye a llenar las lagunas y la falta de información sobre los héroes populares de la Montaña. Es una contribución rica sobre un periodo histórico de la región. Nos presenta a un sujeto de carne y hueso. Con responsabilidades y familia. Surgido de un contexto comunitario. Con una posición económica acomodada y prestigio social. Sabás Crispín Galeana asumió el mandato colectivo de la asamblea del pueblo de Malinaltepec para luchar contra los abusos de las autoridades y caciques regionales. Ocupó el cargo de Teniente Coronel con el Maderismo y junto con otros dirigentes y población de varios pueblos estuvo en la toma de Tlapa el 7 de mayo, de 1911. Por su participación es ascendido a Coronel del Maderismo, y jefe de armas de Tlapa. En 1914 es nombrado General de Brigada, del Ejército Libertador del Sur. Aunque por sus acciones lo acusaban de obstaculizar el reparto de tierras y proteger a algunos enemigos carrancistas de la región. También le llamaron algunos el “volteado” por su incorporación al huertismo, el maderismo y zapatismo. Por su actitud ambivalente recibe llamados de atención de Emiliano Zapata y por oponerse al reparto de tierras. Francisco Herrera señala que “Crispín Galeana, y su gente más cercana, no mostraron mucho interés en la cuestión agraria a favor de los campesinos pobres.” Aunque siempre tuvo claro que debía de defender al municipio de origen, Malinaltepec.
Después de una vertiginosa carrera en las armas se rindió en 1918 y recibió el indulto del gobierno carrancista. Crispín Galeana fue maderista, huertista, zapatista y obregonista pero siempre asumió la defensa de su comunidad y municipio. El trabajo de Francisco Herrera nos permite revalorar la historia indígena y da un paso para recobrar la memoria, tomar la palabra y crear nuevas posibilidades de reflexión histórica. Nos sugiere, a los historiadores, asumir la responsabilidad para escribir sobre el pasado revolucionario indígena. Como escribió Milán Kundera, en su libro de La risa y el olvido: “Para liquidar a las naciones, lo primero que se hace es quitarles la memoria. Se destruyen sus libros, su cultura, su historia. Y luego viene alguien y les escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra historia. Entonces la nación comienza lentamente a olvidar lo que es y lo que ha sido. Y el mundo circundante lo olvida aún mucho antes”. Así el texto sobre este héroe de la Montaña de Guerrero es también para recuperar nuestra memoria y reinventar nuestro pasado. [Jaime García Leyva]
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